jueves, junio 12, 2008

El duelo

El término duelo y procesos de duelo puede también aplicarse a aquellos procesos psicológicos y psicosociales que se ponen en marcha ante cualquier tipo de pérdida (la pérdida de un ser querido, los fracasos escolares, las situaciones de abandono: divorcio, separación, rechazo de los padres; los problemas familiares, los cambios de domicilio, los problemas económicos, la pérdida de empleo, el diagnóstico de una enfermedad grave o invalidante). Todos estos factores estresantes pueden originar igualmente reacciones desadaptativas con manifestaciones de índole depresiva y emocional como tristeza, llanto, desesperanza, impotencia, rabia y culpa, además de disfunción importante a nivel social y laboral. En un sentido más amplio podemos entender el duelo y procesos de duelo como el conjunto de representaciones mentales y conductas vinculadas con una pérdida afectiva.
El duelo tiene una duración variable que, normalmente no es superior a seis meses, sin embargo un duelo normal puede acabar provocando un trastorno depresivo completo que requiera tratamiento.
Por elaboración del duelo o trabajo de duelo se entiende la serie de procesos psicológicos que, comenzando con la pérdida, termina con la aceptación de la nueva realidad. Es un proceso psicológico complejo para deshacer los vínculos establecidos y elaborar el dolor de la pérdida.

Un duelo o un conjunto de duelos mal elaborados puede cronificarse en cualquiera de las formas de psicopatología, así mismo puede hacer recaer al individuo en su psicopatología ya existente.

La elaboración normal del duelo conduce a la reconstrucción del mundo interno.

Aunque todos los individuos manifiestan su duelo de manera muy distinta, las manifestaciones del duelo tienden a perdurar en el tiempo. La duración e intensidad del duelo, sobre todo en sus fases más agudas, depende de si la muerte se ha producido de manera más o menos inesperada. Si la muerte se produce sin aviso, el “shock“ y la incredulidad pueden durar mucho tiempo; cuando la muerte se espera desde hace mucho tiempo (duelo anticipatorio), gran parte del proceso de duelo ya se ha realizado cuando se produce la muerte. Tradicionalmente el duelo dura entre seis meses y un año, algunos signos y síntomas pueden persistir mucho más y es posible que algunos sentimientos, conductas y síntomas relacionados con el duelo persistan durante toda la vida.

Todas las circunstancias que influyen en la elaboración del duelo son mediadas por la personalidad del sujeto en duelo. Asimismo el tipo de vínculo con el ser perdido puede dificultar la elaboración de un proceso de duelo, como en el caso de relaciones ambivalentes o de dependencia con el fallecido.

Bowlby planteó cuatro fases en el duelo:
- La fase 1, “fase de entumecimiento o shock”, es la fase temprana de intensa desesperación, caracterizada por el aturdimiento, la negación, la cólera y la no aceptación. Puede durar un momento o varios días y la persona que experimenta el duelo puede recaer en esta fase varias veces a lo largo del proceso de luto.
- La fase 2, “fase de anhelo y búsqueda”, es un periodo de intensa añoranza y de búsqueda de la persona fallecida, caracterizada por inquietud física y pensamientos permanentes sobre el fallecido. Puede durar varios meses e incluso años de una forma atenuada.
- La fase 3 o “fase de desorganización y desesperanza”, en la que la realidad de la pérdida comienza a establecerse, la sensación de sentirse arrastrado por los acontecimientos es la dominante y la persona en duelo parece desarraigada, apática e indiferente, suele padecer insomnio, experimentar pérdida de peso y sensación de que la vida ha perdido sentido. La persona en duelo revive continuamente los recuerdos del fallecido; la aceptación de que los recuerdos son sólo eso provoca una sensación de desconsuelo.
- La fase 4, “fase de reorganización”, es una etapa de reorganización en la que comienzan a remitir los aspectos más dolorosamente agudos del duelo y el individuo empieza a experimentar la sensación de reincorporarse a la vida, la persona fallecida se recuerda ahora con una sensación combinada de alegría y tristeza y se internaliza la imagen de la persona perdida.

Esta mañana he buscado acerca de esto en internet. Lo que hay escrito arriba está escrito por un psicólogo y el tal Bowlby era una eminencia y sus teorías están aceptadas mundialmente.

Aún no hace cinco meses que sufrí la pérdida, la muerte. Además, fue después de otra ruptura de la que no llegué a superar el luto.

Hoy leyendo esto, me he dado cuenta de que es normal todo lo que he pasado. Supongo que quien no haya pasado por estas cosas no es capaz de entenderlas.

Supongo que hay personas que se engañan a si mismas. Que siguen negando el duelo, la pérdida, y lo que supone en su interior.

Una de las cosas que me ha hecho sentirme muy mal durante este tiempo, ha sido el verme como una idiota, sufriendo sin tener que sufrir. A veces incluso me he preocupado al pensar que no era capaz de esforzarme lo suficiente, que debería estar mejor y no sentirme así. Me he sentido muy mal con la idea de que es que me gusta sufrir y por eso mantenía ese estado. Cosas así, miles, que se me han pasado por la cabeza.

Hoy me he reconciliado bastante conmigo misma. Me he dado cuenta de que dada la intensidad de mis sentimientos, y mi entrega, es normal que, el perder una parte de mi, de un día para otro, me haya hecho sentir todas esas cosas, que están descritas, pelo por pelo, desde los años 50.

Ahora recuerdo a Neruda, a Quevedo, y a las canciones de Amaral, y no me siento sola, ni rara, ni peor que nadie.

Quizás es que en el fondo, tengo la misma forma de amar que las canciones de Amaral. Bueno, es peligroso para mi. Ya me he dado cuenta. Pero no soy peor por eso. Solo que no me debo extrañar cuando sienta las cosas que se sienten en esas canciones, por más ridículas que me parezcan cuando no las siento.

http://www.youtube.com/watch?v=oR1Jpp-eI1c

2 comentarios:

Chipsoni@ dijo...

Creo que en mi caso, de larga enfermedad antes de perder al ser querido, me encuentro entre la fase 2 la 3, saltando de una a otra como una niña que juega con una comba de fugo y espinas que se clavan y te queman si no saltas lo suficientemente alto.

Clara dijo...

Ninia, se pasará. Yo estoy claramente en la fase cuatro.

Esta mañana he leído esto de la fase cuatro "se internaliza la imagen de la persona perdida", y, que curioso, justo eso con otras palabras le dije el otro día a Jordi.